EL HOMBRE QUE LLORA
Mucho se habla de este misterioso personaje
que vive en el Hospital Principal. Mi abuela ha decidido
llevarme a verlo porque la fama del hombre que llora es
muy grande y a veces concede ciertos favores. Mientras
vamos por los corredores las enfermera, como bultos
grises y blancos, cuchichean a nuestro paso.
- Van a ver al hombre que llora – dice una
monja a la otra.
Yo camino agarrándome fuertemente de la
pollera de mi abuela. Tengo ganas de ver al famoso
hombre, pero también tengo miedo y me aguanto las
ganas de llorar.
El pasillo es largísimo, me parece que
Ha pasado una eternidad cuando finalmente llegamos a la
Puerta que dice: HOMBRE QUE LLORA.
Mi abuela toca tres veces con su bastón
a la puerta y una voz aguda nos invita a pasar. Junto a la
ventana, un viejito sentado en una silla hamaca, se seca
la cara con un gran pañuelo colorado. La silla está rodeada
de palanganas llenas de agua de lágrimas. El hombre nos
mira fijamente y dice:
- ¿Ustedes quieren verme llorar?
- Si, por favor, dice mi abuela, es necesario
que el niño sepa que los hombres también lloran.
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