CIRUELAS Viena, Austria, 1929
Algo me hace cosquillas en la nariz. Quiere decir
Que estoy despierta. Abro los ojos ¡qué lindo sol!
Pero enseguida el corazón da un respingo – mamá no
esta a mi lado en la cama grande que compartimos
Desde que papá se fue. Mi hermano está durmiendo
y el bebé también duerme en su cuna. Me levanto de
salto y corro hasta la puerta: veo a mamá en la cocina,
de espaldas hacia mí, junto a la mesa. Está amasando.
Tiene puesto su vestido de calle y las trenzas ya arma-
das en rodete. Ahora se da vuelta:
- Hola, dormilona – me dice con una gran sonrisa,
hace rato que te estoy esperando. Los enanos ya tomaron
tomaron, no se van a despertar por ahora.
Me muestra sus manos enharinadas hasta los codos
explica.
- Ya preparé la masa. Vanos a hacer buñuelos
de ciruela. Qué te parece?
No me acuerdo de cómo son esos buñuelos,
compra.
En cambio, como si fuese ayer, veo claramente
como, ya de vuelta en casa, abrimos la bolsa de PA
pel madera, volcamos las ciruelas azules en un cola-
dor, las enjuagamos bajo la canilla. Mamá me va
explicando que las va a cortar de un costado y yo
tendré que sacar los carozos y reemplazarlos con
terrones de azúcar. Estamos contentísimas, nos en-
canta cocinar.
Pero en cuanto ha cortado la primera ciruela,
me la muestra con vara dedisgusto.
- ¿Qué pasa?
- ¿Cómo ¿qué pasa? ¿No ves los gusanos?
- ¿No tienen que estar?
Mamá se agarra la cabeza.
- ¡ Vas a cumplir cinco años y hacés preguntas
tan tontas
-. ¿ No se pueden comer?
- ¿ Acaso no te dan asco?
- No. No son tan feos.
- Nena, ¿qué va a ser de vos cuando seas grande?
Solo los animales comen gusanos.
A medida que va cortando las frutas, mamá está cada
vez más enojada. Finalmente, con gesto decidido,
junta todas en un repasador.
- Esto es una infamia. Vamos, no voy e tolerar seme-
jante engaño.
Nunca la he visto tan enojada. Sus ojos negros parecem
Echar fuego y me agarra bruscamente del brazo.
Prácticamente me arrastra los cinco pisos abajo y
hasta el mercado.
Ahí está la campesina que nos vendió las ciruelas.
Mamá se las muestra, protestando.
Bajo la pañoleta negra, la cara redonda de la mujer
Es un enorme tomate con un agujero negro en el
Medio, su boca desdentada. Del agujero sale, a voz
En cuello, un torrente de maldiciones. No entiendo
Su dialecto y desconozco las palabrotas. Qué querrá
Decir ¡judías de mierda!.. Petrificadas bajo la avalancha l
De odio, no atinamos a reaccionar. Alrededor de
De nosotras se ha sormado un grupo de persona:
Oigo sus risas y de pronto empiezan a llovernos toda
Clase de objetos, frutas, verduras podridas. Entonces
Echamos a correr y no pramos hasa llegar a la casa.
Subimos jadeando todas esas escaleras, desesperadas
Por refugiarnos en nuestra pieza, en nuesrea cocina.
El bebé está llorando. Mamá lo alza mientras
Se quita febrilmente el vestigo manchado. Yo levanto
A mi otro hermano y también me desvisto. Nos mete-
Mos todos juntos en la cama. Nos abrazamos bajo el
Edredón y por fin nos ponemos a llorar.