viernes, 8 de febrero de 2013

SIETE COMIDAS

 SIETE COMIDAS

             Cuando nos habíamos acostumbrado a tantas cosas raras en América; cuando  sacábamos las sillitas tipo Van Gogh a la vereda al atardecer como todo el mundo ychupabamos sin  asco el mate de la bmbilla de cualquier vecino,y las palmeras de la casa habian dejado de ser exoticas,cuando ya no nos asombamos para ver pasar el
lechero con la vaca y el ternerito, cuando el silbido del afilador, el ¡¡heeladoos,
Lapoonia, heeladoos! y el insistente gorjeo del zorzal ¿ o era una calandria’ se habían convertido en la música de fondo habitual de la siesta,cuando ya nos parecía normal   
que las bananas se vendieran a un peso el cacho, papá decidió casarse de nuevo!
    
            Hacía dos años que la organización de nuestra vida    familiar funcionaba
bastante bien. Una  vecina me había enseñado a cocinar siete comidas dierentes, una
para cada día de la semana:

                                                  Lunes:   fideos
                                                  Martes:  bifes con papas..
                                                  Jueves.   milanesas con papas
                                                  Viernes   pescado con papas
                                                   Sabado.  puchero
                                                   Domingo. pollo con papas

             Este sistema facilitaba notablemente la tarea de las compras y menos de una hora era suficiente para la creación del menú del día que yo efectuaba en la cocina
económica que daba al segundo patio.
              La impieza estaba a cargo de Isabel, una santiagueña desdentada de edad indefeinible.  Ella tendía las camas, pasaba el plumero y el escobillón. Nunca se nos ocurrió pensar que esto podría ser imsuficiente´- para nosotros, las cucarachas y las ocasionales pulgas formaban parte de la fauna propia de este país tropical.
               Mis dos hermanos se integraron enseguida a la barra de los chicos del vecindario, se revolcaban en el suelo del potrero de la cuadra, jugaban a las bolitas, era campeones de –yo yo y adquirieron muy pronto un nutrido vocabulario… Solo después de mucho tiempo me di cuenta de que pretendía ser inglés lo que solían gritar
Al comienzo de los partidos de fútbol  . ¿Auriedi? ¡Diez¡ ‘¿Are you ready? ¡Yes!
                 Un día, papá me preguntó si tenía ganas de volver a la escuela. Inmediata-
mente le aseguré que la dola idea me daba dolor de estómago. Por suerte estábamos
de acuerdo de que para una chica no era importante estudiar. Por lo tanto, mis días
siguieron plácidamente. Solamente tenía que ocuparme de las siete comidas . El
resto del tiempo lo dedicaba a leer novelas y tratar de entender los radioteatros
mientras tejía primorosas carpetitas al crochet.
                 Durante esa época, que duró dos años, fuimostres veces al centro. Las
Avenidas anchas y rectas, interminables, los rascacielos y el Cine Opera con su firmamento estrallado, sus balcones ornamentados ¡Qué maravilla!   
                 Las persecusiones, los horrores vividos bajo el nazismo en Austria fueron
transformándose en vagos recuerdos.  Savíamos  que Europa estaba en guerra, pero
aquí estábamos muy lejos, a salvo.
                  En la primera visita de la novia de papá a nuestra casa, escuché    por casualidad  -?- que ella, con su blando acento ruso, intercalando muchas eñes y
revolviendo los vocales en la lengua:
                   - Fritz, querido, no pensarás que traeré a mis hijos a este barrio de pequeños burgueses. Estamos acostumbrados a otra cosa. Hablo también en interés de los tuyos. Tus varones se revuelcan en el duelo en lugar de estudiar, y a tu hija,   casi
señorita, hay que sacarla de aquí antes de que la embaracen en el zaguán, como sueli
suceder en estas latitudes.
-         Natasha, mi amor  - entonces todavía se hablaban así -, por supuesto,
Tus opiniones merecen todo mi respeto. Pero estamos en América, procedamos democrátic.amente.  Tenemos la costumbre de votar cuando se trata de tomar decisiones importantes.  Votemos entre todos.
                     Ganó el bando de Natasha, ya que papá nos traicionó votando.
                      Eramos tres contra cuatro. Ganó el bando de Natasha, ya que papá nos
Traicionó votando en blanco.
                       Llegó el día de la mudanza y en el nuevo barrio nos llamó enseguida la
Atención que las calles esruvieran tan silenciosas. Nuestros vecinos eran invisibles,
Con la excepción del chofer de enfremte que se pasaba las horas lustrando un gran auto negro.  Nosotros tampoco salíamos a hacer los mandados con el changuito, ni nada.
Ahora teníamos cocinera y mucama uniformadas y las compras se hacían por teléfono. Era abirridísimo.
                        Al poco iempo, Natasha le hizo ver a papá que yo no estaba haciendo nada útil en todo el día.  A estudiar o a trabajar.  Elegí el trabajo como mal menor y
Así terminó mi infancia.



                                                  

viernes, 6 de julio de 2012

EVOCACION

EVOCACION

Asomaban pestañeando
desde húmedas cavernas
erguidos finalmente
sobre patas tambaleantes
blandiendo el garrote
inarticulados
bramaban
graznaban
devoraban carne muerta
fornicaban
los antepasados míos
y los del rey de España.

EN LA MONTAÑA

EN LA MONTAÑA

Aún a pleno sol
está la certidumbre
del atardecer que acecha,
la hora en qu el laco se convierte
en piedra dura,
el bosque acalladose cobija en la montaña
y los filos amenazan con desgarrar el cielo.

Desconcertado, el corazón pregunta.
Y desde lejos llega
la voz del poeta:
‘Espera, corazón, espera, espera en calma:
muy pronto, también descansarás! 

EL HOMBRE QUE LLORA

    EL HOMBRE QUE LLORA
                       Mucho se habla de este misterioso personaje
    que vive en el Hospital Principal. Mi abuela ha decidido
     llevarme a verlo porque la fama del hombre que llora es
     muy grande y a veces concede ciertos favores. Mientras
     vamos por los corredores las enfermera, como bultos
     grises y blancos, cuchichean a nuestro paso.
-         Van a ver al hombre que llora – dice una
      monja a la otra.
                               Yo camino agarrándome fuertemente de la
      pollera de mi abuela. Tengo ganas de ver al famoso
      hombre, pero también tengo miedo y me aguanto las
      ganas de llorar.
                                El pasillo es largísimo, me parece que
      Ha pasado una eternidad cuando finalmente llegamos a la
      Puerta que dice: HOMBRE QUE LLORA.
                                 Mi abuela toca tres veces con su bastón
       a la puerta y una voz aguda nos invita a pasar. Junto a la
       ventana, un viejito sentado en una silla hamaca, se seca
        la cara con un gran pañuelo colorado. La silla está rodeada
        de palanganas llenas de agua de lágrimas. El hombre nos
        mira fijamente y dice:
-         ¿Ustedes quieren verme llorar?
-         Si, por favor, dice mi abuela, es necesario
         que el niño sepa que los hombres también lloran.
                                                               
                                                                                                                                                
  

               

Ciruelas

CIRUELAS                              Viena, Austria, 1929
                                                  
     Algo me hace cosquillas en la nariz. Quiere decir               
Que estoy despierta. Abro los ojos ¡qué lindo sol!
Pero enseguida el corazón da un respingo – mamá no
esta a mi lado en la cama grande que compartimos
Desde que papá se fue. Mi hermano está durmiendo
y el bebé también duerme en su cuna. Me levanto de
salto y corro hasta la puerta: veo a mamá en la cocina,
de espaldas hacia mí, junto a la mesa. Está amasando.
Tiene puesto su vestido de calle y las trenzas ya arma-
das en rodete. Ahora se da vuelta:
-  Hola, dormilona – me dice con una gran sonrisa,
 hace rato que te estoy esperando. Los enanos ya tomaron
 tomaron, no se van a despertar por ahora.
        Me muestra sus manos enharinadas hasta los codos
 explica.
-         Ya preparé la masa. Vanos a hacer buñuelos
  de ciruela. Qué te parece?
                No me acuerdo de cómo son esos buñuelos,                                                    
    compra.
            En cambio, como si fuese ayer, veo claramente
     como, ya de vuelta en casa, abrimos la bolsa de   PA
     pel madera, volcamos las ciruelas azules  en un cola-
     dor,  las enjuagamos bajo la canilla. Mamá me va
      explicando que las va a cortar de un costado y yo
      tendré que sacar los carozos y reemplazarlos   con
      terrones de azúcar. Estamos contentísimas,  nos en-
       canta cocinar.
              Pero en cuanto ha cortado la primera ciruela,
      me la muestra con vara dedisgusto.
-         ¿Qué pasa?
-         ¿Cómo ¿qué pasa? ¿No ves los gusanos?
-         ¿No tienen que estar?
       Mamá se agarra la cabeza.
-         ¡ Vas a cumplir cinco años y hacés preguntas
                  tan tontas                           
         -.    ¿ No se pueden comer?
         -     ¿ Acaso no te dan asco?
         -     No. No son tan feos.  
         -     Nena, ¿qué va a ser de vos cuando seas grande?
         Solo los animales comen gusanos.
       A medida que va cortando las frutas, mamá está cada
        vez más enojada. Finalmente, con gesto decidido,
        junta todas en un repasador.
-      Esto es una infamia. Vamos, no voy e tolerar seme-
jante engaño.
Nunca la he visto tan enojada. Sus ojos negros parecem
Echar fuego y me agarra bruscamente del brazo.
Prácticamente me arrastra los cinco pisos abajo y
hasta el mercado.
Ahí está la campesina que nos vendió las ciruelas.
Mamá se las muestra, protestando.
Bajo la pañoleta negra, la cara redonda de la mujer
Es un enorme tomate con un agujero negro en el
Medio, su boca desdentada. Del agujero sale, a voz
En cuello, un torrente de maldiciones. No entiendo
Su dialecto y desconozco las palabrotas. Qué querrá
Decir  ¡judías de mierda!.. Petrificadas bajo la avalancha                                       l
De odio, no atinamos a reaccionar.    Alrededor   de
De nosotras se ha sormado un grupo de persona:
Oigo sus risas y de pronto empiezan a llovernos toda
Clase de objetos, frutas, verduras podridas. Entonces
Echamos a correr y no pramos hasa llegar a la casa.
Subimos jadeando todas esas escaleras, desesperadas
Por refugiarnos en nuestra pieza, en nuesrea cocina.
        El bebé está llorando. Mamá  lo alza  mientras
Se quita febrilmente el vestigo manchado. Yo levanto
A mi otro hermano y también me desvisto. Nos mete-
Mos todos juntos en la cama. Nos abrazamos bajo el
Edredón y por fin nos ponemos a llorar.                                                                                                      

  
         






                                                                                          

viernes, 11 de febrero de 2011

A UNA HIJA

Pulsé algunos botones
y dijiste ¿hola?
Tu voz sonaba triste.
No supe qué decir.

Fue tan simple en otro tiempo
cuando poner en mundo en orden
dependía solo de mí.

EL TIEMPO INFINITO

Por un instante,
sent´el tiempo
como en la infancia.

Era infinito,
la muerte
un asunto de ancianos.